¿QUIÉN PIENSA EN LOS ASUNTOS ESTRATÉGICOS Y EN EL ENTORNO MARÍTIMO?

¿QUIÉN PIENSA EN LOS ASUNTOS ESTRATÉGICOS Y EN EL ENTORNO MARÍTIMO?

¿QUIÉN PIENSA EN LOS ASUNTOS ESTRATÉGICOS Y EN EL ENTORNO MARÍTIMO?

Introducción

“Global Trends 2040 a More Contested World” plantea las tendencias estratégicas globales como productos emergentes de la dinámica entre cuatro fuerzas estructurales y las decisiones en los niveles internacional, estatal y subnacional. Las fuerzas estructurales o ideas impulsoras son la demografía y el desarrollo humano, el medioambiente, la tecnología y la economía. Como productos emergentes, las tendencias son nuevos desafíos, fragmentación, disputas, desequilibrios y desadaptaciones.

Para evaluar el impacto en la Argentina de las tendencias estratégicas globales desde la perspectiva del entorno marítimo, es necesario revisar el contexto.

Entorno y comunidad marítimos

Al concepto de dominio marítimo formulado por la Organización Marítima Internacional en la década pasada, los españoles lo han denominado “entorno marítimo”, lo que facilita su comprensión, porque “dominio” aparece normalmente asociado a la supremacía de las fuerzas navales en el mar. Reemplazando dominio por entorno, puede identificarse que se refiere al conjunto de todas las áreas y cosas de, sobre, bajo, relacionadas con, adyacentes a, o limítrofes a un mar, océano u otra vía navegable, incluyendo todas las actividades relacionadas con el mar, la infraestructura, las personas, la carga y los buques y otros medios de transporte.

Partiendo del concepto de entorno marítimo se puede identificar a la comunidad marítima como al conjunto de personas que realizan sus actividades o dependen del entorno marítimo. La totalidad de las personas que viven del turismo en una isla en el Caribe, o una gran parte de los habitantes de la ciudad de Mar del Plata, componen la comunidad marítima, su calidad de vida dependerá de la salud del medioambiente marino y de las actividades económicas asociadas.

La visión de la complejidad

El transcurso de las últimas décadas del siglo XX y lo que va del siglo XXI ha aportado nuevas perspectivas al entender el mundo como un sistema complejo e interdependiente destacando al entorno marítimo como ámbito clave para la seguridad humana y la gestión del cambio climático global con vistas al desarrollo sostenible. Esto supone nuevos desafíos a los tradicionales para la contribución de los estados y las comunidades marítimas a la gobernanza global, siendo además creciente la dependencia de la humanidad de los recursos marinos.

Dependencia del mar

A partir de avances científicos y nuevos desarrollos tecnológicos que permiten localizar y explotar los recursos en manos de empresas privadas cuyas capacidades compiten con la de los estados nacionales, surgen nuevas necesidades de protección de activos privados en los mares. No solamente el consumo de proteínas animales provenientes del mar continua creciendo exponencialmente, también el aprovechamiento de minerales submarinos, hidrocarburos, el avance de la determinación de los mapas genéticos de las especies marinas hasta ahora desconocidas y las aplicaciones industriales que se derivan de ellas, son un importante negocio. El turismo en las costas y el oceánico, los deportes náuticos y la explotación del mar para la generación de energía, se unen a las investigaciones junto a la posibilidad de emplear el mar para revertir las emisiones de carbono a la atmósfera mediante proyectos que puedan permitir regresar el carbono a las profundidades marinas. El comercio marítimo, que involucra los aproximadamente cien mil buques que cruzan los océanos transportando el noventa por ciento del comercio mundial es una actividad que involucra los casi dos millones de contenedores, las infraestructuras portuarias y de transporte, el negocio de los seguros y la industria naval entre otros. Como medio de intercambio de información, más de un millón de kilómetros de cables submarinos reposan sobre los fondos marinos proveyendo la conectividad global para el interdependiente mundo financiero y comercial mundial. Como consecuencia de esta creciente dependencia y a la vista de la progresiva valoración de la comunidad de las necesidades que plantea el desarrollo sostenible para que las futuras generaciones disfruten del planeta, varios estados y alianzas han desarrollado nuevas estrategias integrales para la gestión del entorno marítimo. 

Prácticas

El conocimiento creciente de lo que contiene el mar, genera nuevos intereses a los que responden las aplicaciones tecnológicas para permitir el aprovechamiento de los recursos, nuevas capacidades para explorar y explotar recursos en profundidades de hasta quince mil metros, enormes cruceros que transportan hasta cuatro mil pasajeros, transportes de hasta treinta mil contenedores, gasoductos submarinos y transportes de gas licuado, flotas pesqueras industriales que operan a grandes distancias por largos períodos, granjas de pesca en el mar, etc. Al mismo tiempo viejas prácticas como la pesca artesanal costera, se ve amenazada por la depredación y la contaminación proveniente de la tierra, generando tensiones y disputas. Viejas prácticas como la piratería continúan afectando el buen orden en el mar, junto a fenómenos de tráfico de sustancias prohibidas y de personas, aumentando las necesidades de gobernanza. Los países reaccionan con organizaciones nacionales, interestatales y hasta ejércitos privados de diverso impacto para mantener el buen orden en el mar, protegiendo sus intereses, como el combate contra la piratería en el Golfo de Adén, en el Estrecho de Malaca, o el Golfo de Guinea, evitando el tráfico ilegal de personas en el Mar Mediterráneo, el tráfico de drogas en el Mar del Sur de la China y en el Caribe, el aumento de la pesca ilegal no regulada y no reglamentada, etc. Finalmente, el empleo de los espacios marítimos como medio para proyectar el poder vinculado a los recursos que provienen del mar o se transportan por él, como bien lo demuestran frecuentes operaciones nacionales o internacionales, bloqueos, actividades de disuasión mediante el empleo de fuerzas navales, incluyendo operaciones de guerra en y desde el mar.

Marco normativo

La Convención de las Naciones Unidas Sobre los Derechos del Mar en 1982, considerada como una verdadera constitución del mar, “Establece un orden jurídico para los mares y océanos que facilite la comunicación internacional y promueva los usos con fines pacíficos de los mares y océanos, la utilización equitativa y eficiente de sus recursos, el estudio, la protección y la preservación del medio marino y la conservación de sus recursos vivos”, en el entendimiento que “el desarrollo progresivo y la codificación del derecho del mar contribuirán al fortalecimiento de la paz, la seguridad, la cooperación y las relaciones de amistad entre todas las naciones, de conformidad con los principios de la justicia y la igualdad de derechos, y promoverán el progreso económico y social de todos los pueblos del mundo, de conformidad con los propósitos y principios de las naciones unidas, enunciados en su carta”. Al día de hoy pareciera haberse cumplido el propósito, 168 estados han ratificado la Convención. Establece el ordenamiento espacial marino, garantiza la libertad de la navegación, responsabilidades para la protección y preservación del medio marino, para la investigación, para el desarrollo y transmisión de tecnología y para la solución de controversias. Sin embargo el conflicto por los recursos de hidrocarburos hallados en el Mediterráneo oriental produjo un conflicto de magnitud entre Turquía (que no ratificó la Convención) y Grecia en 2021.

La Convención incrementó las responsabilidades de los estados ribereños primero en las zonas económicas exclusivas, al tiempo que abrió los mecanismos para que al fijarse los límites de las plataformas continentales, se ampliaran los derechos y responsabilidades de los Estados. De igual modo, se abrió la posibilidad de reservas de áreas fuera de las jurisdicciones estatales para la explotación de fondos marinos como ocurre en el Océano Pacífico en la fractura Clarion-Clipperton, regulada por la Autoridad de los Fondos Marinos.

Por otro lado, a partir del Acuerdo de Nueva York de 1995, se propició desde las Naciones Unidas la creación de Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero para regular la pesca de especies tranzonales entre los estados que capturan estas especies fuera de las zonas económicas exclusivas, en la alta mar, en procura de preservar la biodiversidad marina y desalentar la pesca ilegal, dando lugar a lo que se conoce como pesca ilegal no declarada y no reglamentada que se aprecia constituye hasta el veinte por ciento del volumen de la pesca industrial global.

Al día de hoy, se encuentra en progreso la Conferencia internacional sobre un instrumento jurídicamente vinculante en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, relativo a la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica marina de las zonas situadas fuera de la jurisdiccional que habrá de generar nuevas demandas para la gobernanza global en el entorno marítimo.

La seguridad

Desde las últimas décadas del siglo XX el concepto de seguridad quedó manifiestamente ampliado y ha cambiado su eje de la seguridad de los estados para centrarse en las personas y en el desarrollo humano señalando su multidimensionalidad. Puede observarse que tanto las agendas de seguridad internacional como las de seguridad nacional de distintos países incluyen distintas materias y objetos de la seguridad, lo que ha dado lugar también a nuevas teorías y prácticas que suelen contraponerse con lo que fueran considerados principios anteriormente, tal es el caso de la autonomía y el principio de no intervención, frente a la responsabilidad de proteger.

Sin profundizar en las consecuencias de estas interpretaciones, las estrategias marítimas consideran la necesidad de promover el desarrollo de las comunidades mejorando su resiliencia. Los efectos de prácticas detalladas más arriba pueden ser consideradas disvaliosas a partir de esta visión central del desarrollo humano.

Desarrollo sostenible

Acorde con la visión sistémica del planeta y la prioridad asignada al desarrollo humano, la comunidad internacional promovió a través de la Organización de las Naciones Unidas, los objetivos del desarrollo sostenible para 2030 tendientes a garantizar que las generaciones venideras puedan disfrutar un mundo con las mismas posibilidades que las actuales. Son diecisiete objetivos interrelacionados, el objetivo catorce se refiere a Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible. La República Argentina acordó promover estos objetivos.

Actores no gubernamentales

El protagonismo de los actores no gubernamentales, sean empresas u organizaciones de la sociedad civil se ha ido incrementando progresivamente tanto por su capacidad económica como por el poder alcanzado a través de la gestión de la información sobre el entorno marítimo. Los holdings internacionales que centralizan el gobierno del comercio internacional marítimo negocian o en algunos casos imponen las reglas a los estados nacionales mediante acciones directas o indirectas; tienen un poder económico que supera ampliamente el de la mayoría de los países. Por otro lado, tanto las empresas directamente o a través de organizaciones de la sociedad civil patrocinadas por estas, investigan, ganan conocimiento, concentran información y desarrollan tecnologías para intervenir en el dominio marítimo suponiendo un poder creciente, que establece relaciones cooperativas o competitivas con los estados, para el monopolio del ejercicio del poder del conocimiento. Los espacios comunes globales marítimos suponen un terreno fértil para el crecimiento de estas actividades donde la gobernanza responde al esfuerzo internacional. En el ámbito específico de la protección de bienes estatales y privados, las compañías privadas continúan ganando un rol protagónico, particularmente en países con pocas capacidades en la materia o en espacios comunes globales en las que la acción privada suele ser menos compleja que la estatal por las normas existentes.

Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte

Desde 1833 que fueran usurpadas las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur por la corona británica, la Argentina reclama estas posesiones insulares que formaron parte del Virreinato del Rio de la Plata y en las cuales se instalaron ciudadanos argentinos luego de la Independencia de nuestro país. El impacto de la usurpación ha ido cobrando mayor impacto en términos de superficie marítima con el crecimiento de las jurisdicciones marítimas de tal modo que en la actualidad, el treinta y tres por ciento de los espacios marítimo de jurisdicción argentina se encuentra en manos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, afectando además las expectativas de proyección continental sobre el territorio Antártico en que se repite el conflicto, las áreas reclamadas por los británicos se superponen con las reconocidas por Argentina. Este conflicto por la soberanía territorial se mantiene al presente.

Argentina y Chile

Con el país trasandino, también se manifiesta una potencial controversia vinculada a la proyección Antártida de Argentina. Ambos países reclaman sectores antárticos superpuestos con el criterio de proyección continental. Este año, Chile indicó que sus pretensiones de plataforma continental se proyectan al este del meridiano que delimitó los espacios oceánicos en el Tratado de Paz y Amistad de 1984. Los límites de las plataformas continentales deben ser consensuados entre países vecinos para ser aprobados.

Conclusiones del Entorno

La importancia y el abordaje del futuro del entorno marítimo ha cambiado sustantivamente desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente, las fuerzas estructurales señaladas en Global Trends 2040 a More Contested World y las decisiones adoptadas internacionalmente han resultado en una visión planetaria global para abordar la sostenibilidad del planeta, que se enfoca en la necesidad de la gestión integral de este dominio mayormente integrado por espacios comunes globales en su relación con las actividades en el territorio emergido resultando en mayor demanda de gobernanza ante la presión creciente por los recursos y su rol en la sostenibilidad.

El impacto en Argentina

El entorno internacional descripto más arriba no produjo respuestas eficaces ni eficientes en el ámbito nacional, evidenciando fragilidades en el proceso de toma de decisiones, primero para identificar las tendencias globales y los asuntos estratégicos y en segundo término para producir respuestas integrales que mejoren la gobernanza nacional y la contribución a la gobernanza global. El entorno marítimo es abordado desde el análisis de sectores de especialistas desconectados y no con una mirada integral, resultando en respuestas desadaptadas a la realidad, sin incluir los intereses de la comunidad marítima que promueve la economía azul y en muchos casos fundadas en los grados de influencia de diferentes sectores en la gestión de gobierno y en necesidades temporales de la política doméstica eleccionaria, aumentando el nivel de disputas internacionales. Las organizaciones nacionales, provinciales y municipales y las comunidades marítimas no son integradas y coordinadas, multiplicando la desadaptación de las organizaciones en relación con los fines que impone la agenda de corto y largo plazo del entorno marítimo. La falta de incorporación sistemática de tecnologías que permitan fusionar las investigaciones con los datos de la realidad es una de las vulnerabilidades más evidentes que limita el desarrollo y protección del sistema de toma de decisiones. A modo de ejemplo: mientras se han propiciado medidas para la protección de áreas marinas y otras para fomentar la investigación científica marina, se ha ido asignando a la Prefectura Naval Argentina funciones de seguridad interior alejadas del mar que involucran hasta el ochenta por ciento de sus capital humano y material y se desfinanciaron las fuerzas navales de la defensa, produciendo un desbalance regional de fuerzas militares. Simultáneamente se asigna un buque destinado a la protección de áreas marinas protegidas en el mar, en el medio de una permanente crisis financiera y estancamiento del crecimiento económico del país.