ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD MARÍTIMA
Agustina Eugenia Castro
Los desafíos del actual mundo globalizado son variados, complejos e interdependientes. Las zonas costeras, marítimas y oceánicas no están exentas de ellos o de conflictos ni de oportunidades fascinantes, que permitan la cooperación y acciones conjuntas entre los Estados. Son éstos quienes tienen la potestad máxima para elaborar sus propias Estrategias de Seguridad a nivel Nacional (ESN) y, en cuanto al mar concierne, también una Estrategia de Seguridad Marítima (ESM) específica. Un problema surge cuando, al interior de cada Estado, no se logra definir ni acordar cómo concebir la seguridad marítima o qué es lo que ella significa para ese país y tampoco cómo alcanzarla. Entonces, el principal obstáculo es directamente no contar con una Estrategia de Seguridad Marítima que enmarque y guíe la acción de todos los actores que hacen a la seguridad marítima de un Estado. Por ello, si bien hay distintas interpretaciones sobre lo que una Estrategia de tal trascendencia implica, es conveniente primero desglosar cada una de estas variables y entenderlas separadamente.
Para aún no referenciar consideraciones subjetivas de estos términos por parte de ciertos Estados, creo mejor recurrir a una entidad objetiva como la Real Academia Española (RAE) para definirlos. En primer lugar, una “estrategia” es definida de tres maneras: “arte de dirigir las operaciones militares”, “arte, traza para dirigir un asunto” y “conjunto de reglas que buscan una decisión óptima en cada momento”. Por lo tanto, podemos decir que se trata de un plan u hoja de ruta que guía una acción, premeditada y organizada, para conseguir un objetivo determinado. En segundo lugar, la “seguridad” es simplemente definida como la “cualidad de seguro”. A pesar de esta claridad en el concepto, es dicho término el que despierta más polémica al definirlo, dentro de un Estado y entre ellos, dadas las diversas interpretaciones sobre lo que la seguridad supone. En tercer lugar, “marítimo” es cierto aspecto “perteneciente o relativo al mar”.
Ahora bien, para entender lo que significa una Estrategia de Seguridad Marítima, me parece interesante tomar los postulados de un experto en la materia, Christian Buerger (en su artículo del año 2015 titulado “What is Maritime Security?”), para una acabada comprensión. Según él, una Estrategia de Seguridad Marítima puede ser interpretada en relación a cuatro conceptos fundamentales: poder en el mar, seguridad marítima, economía azul y resiliencia humana. El primero versa sobre establecer el rol y estrategia de las fuerzas navales, cruciales para la protección y supervivencia de los Estados, en tiempos de paz como de guerra. El segundo se refiere a la seguridad de los barcos y buques de las flotas nacionales y demás instalaciones, en vistas a proteger a los marinos profesionales y al ecosistema marino (pues aquí se hace una conexión entre la seguridad tradicional y las preocupaciones medioambientales). El tercero busca integrar el desarrollo económico derivado de la importancia de los océanos (por ejemplo, para el comercio y la pesca) y la construcción de estrategias sostenibles para llevarlo a cabo. Finalmente, el cuarto pone el foco en las necesidades humanas y su seguridad, priorizando la seguridad alimenticia, de refugio y laboral y, en definitiva, la resiliencia de poblaciones costeras para llevar un estilo de vida sostenible. Es a partir de la conjugación de estos cuatro conceptos que puede entenderse el amplio campo de la seguridad marítima, y sus consecuentes estrategias, sin limitarse a una concepción tradicional de seguridad militar.
Como breve ejemplo de otras concepciones acerca de la seguridad marítima, algunos abogan que se trata del “mantenimiento del orden en el mar” (en una concepción positiva de la seguridad) mientras que otros la entienden como la “ausencia de diversas amenazas” (demostrando una connotación negativa de ella). Estos enfoques son, a mi parecer, acotados y limitantes en el entendimiento, por ello creo que las sugerencias conceptuales de Buerger son una mejor alternativa para comprender la seguridad marítima y sus estrategias en el mundo de hoy.
Si estudiamos las Estrategias de Seguridad Marítima a nivel global, evidentemente establecemos comparaciones entre ellas, lo cual nos proporciona un amplio espectro de semejanzas y diferencias resultante de la diversidad de perspectivas. En un mundo interconectado y cooperativo, la Estrategia de Seguridad Marítima de un país pueden servir de inspiración o guía para otro Estado. Esto estimula la cooperación y acuerdos en base a posturas comunes.
Entendiendo a la seguridad marítima como un fenómeno complejo, puede decirse que se caracteriza por sus intrínsecas interconexiones, su dinamismo y su no linealidad. Además, las Estrategias de Seguridad Marítima que se deriven de ella deben ser capaces de (re)adaptarse y redefinirse ante la coyuntura y los cambiantes estímulos del entorno, por más que pudieran formar parte de una política de Estado. También, deben tener en cuenta, para su formulación, elementos de diversas esferas interdependientes, ya sean militares, geográficas, políticas, ambientales, sociales, económicas-comerciales, tecnológicas, entre tantas otras.
En definitiva, elaborar una Estrategia de Seguridad Marítima es de suma importancia para lograr los “estados finales deseados” de ese país o bloque considerado. Delinear la visión, los objetivos y las metas para cumplirlos permite tener una clara hoja de ruta que eventualmente destine a buen puerto los esfuerzos conjuntos de un Estado, o de varios. Todo ello debería hacerse previendo los márgenes de acción con los que se cuentan, tales como el presupuesto y los recursos materiales y humanos. Sin tal planificación previa no puede haber una Estrategia de Seguridad Marítima, al menos una que resulte plausible de desarrollar. Por supuesto tampoco deben olvidarse de contemplar los desafíos y amenazas ante los que se encuentra dicho Estado y la comunidad internacional en su conjunto. Ellos incluyen desde disputas marítimas interestatales, terrorismo marítimo, tráfico de personas, armas y drogas, hasta la pesca ilegal, crímenes ambientales, o accidentes y desastres marítimos.
Por último, en mi opinión, el camino más conveniente a transitar para los Estados en cuanto a su seguridad marítima en corto, mediano y largo plazo es la elaboración de una adecuada, realista y multidisciplinaria Estrategia de Seguridad Marítima a nivel nacional. El carácter de la misma no debe ser limitado a ciertas áreas sino amplio, comenzando por una conceptualización de la Seguridad Marítima abarcativa de forma que comprenda las múltiples amenazas y desafíos que los mares presentan y las oportunidades que también éstos tienen para ofrecer.
El desarrollo de una Estrategia de Seguridad Marítima coherente implica no perder de vista los estados finales desaseados y los recursos, humanos y físicos, con los que se cuentan para alcanzarlos. También significa hacer un eficaz empleo de dichos recursos por parte de una gran gama de actores, estatales y no estatales, previamente determinados y con funciones específicas y claras, evitando yuxtaposiciones confusas que pudieran resultar en desventajas y conflictos. Por último, creo esencial que la Estrategia de Seguridad Marítima a desarrollar por cada país sea una política de Estado, y no partidaria o esencialmente propia de ciertas gestiones, a pesar de las inherentes matices que pudieran llegar a encontrarse en ellas.