ARGENTINA EN EL FRAGILE STATES INDEX 2022

ARGENTINA EN EL FRAGILE STATES INDEX 2022

ARGENTINA EN EL FRAGILE STATES INDEX 2022

Hace 16 años que Fund for Peace, una ONG estadounidense sin fines de lucro que es líder en el desarrollo de herramientas y enfoques para reducir conflictos, publica y difunde el Fragile States Index, un ranking que clasifica el riesgo y la vulnerabilidad de 179 países. Para ello, Fund For Peace analiza una serie de variables en cada país vinculadas a la economía, la cohesión, la política y lo social, más un grupo extra de variables que son transversales a las otras cuatro.

En esta edición de 2022, que Fund For Peace elaboró en base a datos de 2021, se observa en líneas generales una recuperación respecto a los niveles de fragilidad, que se vieron fuertemente afectados por la pandemia y la cuarentena de 2020. 

A nivel global, hay dos datos preocupantes en esta nueva edición. El primero es que, a pesar de esta recuperación, la cantidad de países que lograron ubicarse en la mejor categoría de acuerdo a su fragilidad, la de países Muy Sostenibles, continúa estancada en seis, cuando antes de la pandemia eran once. El segundo dato es Estados Unidos. A pesar de estar todavía entre los países Más Estables, su fragilidad no ha parado de aumentar desde 2016. Desde entonces, ha retrocedido de la posición 20° hasta la 40°, y todo parece indicar que la recuperación que ya muestran muchos otros países, en Estados Unidos se hará esperar todavía un poco más.

Antes de pasar a la Argentina, demos un breve pantallazo al contexto latinoamericano y la fragilidad de los países de la región según Fund For Peace. El país menos frágil de América Latina en esta nueva edición fue Uruguay, que con 35.2 puntos alcanzó la posición 23°, entre Malta y Eslovaquia. El país vecino es el único de América Latina que está entre los países que Fund For Peace califica como Muy Estables de acuerdo a su fragilidad. En la siguiente categoría, la de países Más estables, se ubicaron otros cuatro: Costa Rica (31°), Chile (36°), Panamá (41°) y Argentina (42°). El dato más alarmante para la región se observa al adoptar una visión de conjunto: sólo 5 de los 19 países latinoamericanos evaluados por Fund For Peace muestran bajos niveles de fragilidad para 2022.

Pasando a la Argentina, nuestro país ha tenido indudablemente un buen desempeño en el Fragile States Index 2022 que, recordemos una vez más, utiliza datos de 2021. De hecho, fue uno de los 12 países que más mejoró su desempeño. Pero en el caso argentino, antes que de una mejora, quizás sea más honesto hablar de una recuperación parcial.

En la edición de 2022 la Argentina mejoró 2.2 puntos respecto a la de 2021, pero todavía se encuentra lejos de haber recuperado los 4 puntos que perdió en este índice a causa de la pandemia y la cuarentena. Aunque parezca poco, esa pérdida implicó para la Argentina ser el país de América Latina que más fragilidad adquirió ese año y el séptimo en el mundo. Para que nos demos una idea, en la edición inmediatamente anterior a la pandemia, la Argentina ocupaba un lugar entre los países de la categoría Más estables. Un año después, en el ranking de 2021 que incorporó en su análisis las consecuencias de las políticas adoptadas para combatir el Covid-19, la Argentina descendió de categoría y pasó a la de países sólo Estables. A ningún otro país de América Latina que fuera más estable antes de la pandemia (Chile, Costa Rica y Panamá) le ocurrió lo mismo que a nuestro país. Es importante entender las implicancias de este último dato: la erosión del tejido social, la catástrofe educativa y el deterioro en la calidad de vida de millones de argentinos durante la pandemia efectivamente ocurrió, ¿pero era inexorable que así fuera?

En términos de decadencia económica y pobreza, una de las variables más importantes que mide el Fragile States Index para determinar la fragilidad de un estado, no hay lugar a dudas. Aunque el contexto económico de ese entonces era indudablemente malo, la Argentina pasó de 5.4 puntos antes de la pandemia a 7.1 tras las medidas adoptadas por el Gobierno. Sirve para ejemplificar esto el siguiente dato: en decadencia económica y pobreza la Argentina midió tras el primer año de pandemia igual que Kirguistán, Mauritania y Paraguay. Además, esos 7.1 puntos representan el peor puntaje para cualquier variable argentina desde la primera edición de este índice, en 2006.

La pandemia y la cuarentena también dejaron su marca en la variable de Servicios Públicos, que mide tanto la provisión de servicios esenciales (educación, transporte, energía o internet), como la capacidad del Estado para proteger a sus ciudadanos, ya sea del terrorismo o la violencia. El puntaje que obtuvo la Argentina después de 2020 representó la interrupción de un ciclo de mejoras progresivas que, según datos del FSI, se dieron en los servicios públicos del país entre 2016 y 2019. Durante ese período la Argentina logró mejorar 10 puntos su desempeño en este indicador. Aunque en esta última edición se refleja una tenue mejora de 0.3 puntos respecto a los valores que dejó la pandemia, todavía estamos muy lejos de los valores de 2019.

En la variable de Presión Demográfica, que mide el acceso al suministro de alimentos, agua potable y otros recursos vitales como la salud, el Fragile States Index consigna otro fuerte retroceso para la Argentina: su presión demográfica pasó de 3.3 puntos antes de la pandemia a 5.3 tras el primer año posterior a ella. La mala noticia para nuestro país es que, a diferencia del caso anterior, en este subindicador la Argentina continuó en caída libre, incluso a pesar de la recuperación, y se ubicó en 5.6 para 2022, 0.3 puntos más que en 2021.

Aunque cada país tuvo que hacer frente a lo desconocido con las herramientas y recursos disponibles (y en no menor medida también con sus fantasmas e idiosincrasias), una visión panorámica del desempeño de Argentina en estos dos años de Fragile State Index reavivan el debate acerca de la responsabilidad detrás de ciertas medidas, especialmente las vinculadas a cierres prolongados, prioridades ideológicas en la provisión de vacunas y una deriva autoritaria que se hizo sentir sobre todo en el norte del país, aunque no exclusivamente. Lo expuesto sirve para entender por qué nos pasó lo que no a todo el mundo le pasó, y por qué, quizás, tuvimos la pandemia que elegimos tener.